13 mar 2014

PERSONAL COMPUTER


Enciendes el ordenador, rastreas la piel de la pantalla, haces recuento de "me gustas", alguien ha compartido algo tuyo, le amas y le dedicas un beso interior, muy largo y con buena definición.

Cariño deja de tocarme, me han pedido amistad.
Estudias los datos, parece inofensivo, aceptas y saludas educadamente.
Han llegado hasta ti los fenicios, los suevos, los facebooknautas. Sus iconos como estandartes, que penden en vertical de tu escritorio. Observas quién está en línea, la luz verde, está libre.

Un chat, ha saltado un chat, alguien quiere saludar, intento algo ingenioso. Dime, eres primaveral, tienes más colores que el campo, redúceme a píxeles, hazme la circuncisión de la religión Byte. Llegas a tiempo para la confesión, vamos, ¿cuáles son tus pecados?, todos se parecen, tienes triples vidas sin dejar de ser el mismo.

Un monitor Benq, una torre HP, un módem.
Estás en Las Vegas, metiendo las monedas de tu tiempo de forma automática, tecleas, buscas la suerte, ese momento en que para alguien eres importante durante cinco minutos, una conversación tecleada, que el satélite almacenará en su vientre espía.

Me he denunciado, no voy a poder entrar en la red. He dado mis datos y un ciberpolicía me advierte de la sanción. Me protejo de mí mismo, me puedo autochatear.

Noticias de política y fútbol. El mundo jibarizado. Los lobos son los pastores. Han descubierto un nuevo planeta, pero yo no paso de la Torre del Agua, ese fantasma que brilla como un Banco rescatado.

Los mismos que transmiten las enfermedades nos fabrican los medicamentos.
Tengo racionada la realidad, me la tomo en serio y me sienta mal.
Los dictadores de ayer, mañana los presentarán como salvadores y vuelta a empezar. Son los que ganan quienes deciden la historia que tienes que vivir.

El módem parpadea, transmite en Morse.

Tú HP, me conoces, te gruñen las tripas cada vez que te guardo algo, te estás haciendo viejo, un día me joderás sin avisar y perderé lo que no haya guardado, pero es el juego. Volveré a empezar, otra vez limpio, y a llenarme de vida barata. Es el juego, mi amor, mi despensa de letras.

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